El fin del cólera puede estar cerca
La pandemia del cólera surgió en los pantanos de Bangladés, pero gracias a los nuevos descubrimientos médicos es probable que los científicos puedan acabar con ella.
Hace doscientos años, la primera pandemia de cólera surgió de estos manglares pantanosos llenos de tigres. Comenzó en 1817, después de que la Compañía Británica de las Islas Orientales enviara a miles de trabajadores a adentrarse en el remoto Sundarbans, parte del delta del río Ganges, a talar la selva y plantar arroz.
Estas aguas saladas son la cuna de la Vibrio cholerae, una bacteria que se adhiere a los intestinos humanos y segrega una toxina tan virulenta que provoca que el organismo dirija todos sus líquidos a las vísceras para expulsarla.
La pérdida de líquidos hace que las víctimas adquieran un aspecto cenizo; los ojos se hunden en sus cuencas, mientras que la sangre se pone negra y se coagula en los capilares. Sin electrolitos, sus corazones dejan de latir. Las víctimas mueren por un choque o insuficiencia orgánica, a veces en tan solo seis horas después de las primeras molestias abdominales.
Es probable que el cólera haya estado pudriéndose en este lugar durante siglos. Pero, desde su primer escape, le ha dado la vuelta al mundo en siete ciclos pandémicos que han causado la muerte de decenas de millones de personas.
Los artistas del siglo XIX lo representaban como un esqueleto con guadaña y sus víctimas aparecían apiladas a sus pies. Persiguió a los invitados de un baile de máscaras en El cólera en París, de Heinrich Heine, y mató al protagonista de Muerte en Venecia, de Thomas Mann. Sus brotes forzaron a Londres, Nueva York y otras ciudades a crear vastos sistemas públicos de agua, lo que transformó la vida citadina.