Asumir el diagnóstico
Es muy importante que le diga a su pareja sexual o con quien haya tenido una relación casual, que pueden haber estado expuestos al VIH y que deben hacerse la prueba. Converse con el médico acerca de la mejor manera de hacerlo.
Tal vez no le entusiasme la idea de hablar con el médico acerca de su comportamiento altamente riesgoso. Puede ser difícil cambiar el comportamiento, aun si uno lo desea. Sin embargo, es importante que sea honesto con el médico acerca de sus actividades riesgosas. Juntos pueden plantear maneras de disminuir el riesgo de infectar a otras personas.
Las personas que viven con VIH/sida se enfrentan a un grupo de situaciones que a otras personas, incluso dentro del núcleo familiar, les resultan ajenas y en muchas ocasiones no son capaces de darles ayuda psicológica y emocional. Primero está el impacto personal de la notificación del resultado positivo al VIH. Luego, sobrevienen una serie de alteraciones del estado de ánimo, asociadas al proceso de aceptación de vivir con el VIH. Se verán de frente al rechazo y la discriminación social por parte de muchas personas con quienes antes tenían estrechas relaciones de trabajo o de amistad. Sentirán aislamiento social. Además tendrán que lidiar con dificultades en el acceso al tratamiento y luego, en la adherencia al mismo, en mantener la disciplina y el rigor a pesar de lo rutinario del proceso y lo desagradable de las reacciones secundarias.
Estas situaciones, que vulneran sistemáticamente la calidad de vida de las personas que viven con VIH, demandan de intervenciones personalizadas, grupales y sociales que posibiliten el control emocional, el acceso a información actualizada, el tránsito hacia conductas responsables sobre sí mismos y sobre los demás.
Nadie debe tener una actitud conformista o desesperada ante el VIH y el sida. Si bien aun no existe cura para la enfermedad, los medicamentos actuales pueden mejorar notoriamente la salud de las personas que viven con el VIH y retrasar el avance de la infección.