El agua, un tesoro vital en las crisis humanitarias
Más de 2 000 millones de personas beben regularmente agua contaminada con heces, según la OMS, que denuncia que la mayoría de las infecciones que eso provoca podrían evitarse con el acceso a sistemas adecuados de agua y saneamiento.
Cuando Zakya Seid consiguió llegar al hospital de Am Timan, ya no lograba sentir a su bebé moviéndose dentro de ella. El equipo médico se puso rápidamente a la obra para intentar salvarle, pero ya era demasiado tarde. Cuando lograron sacarle, ya estaba muerto.
Durante su embarazo, Zakya contrajo hepatitis E, una enfermedad vírica transmitida principalmente por el agua contaminada. En muchas personas no presenta síntomas ni resulta potencialmente mortal, pero para las mujeres embarazadas puede ser extremadamente peligrosa. Zakya sobrevivió, pero la vida de su bebé seguramente se habría salvado si ella hubiera tenido acceso a agua potable.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 2.000 millones de personas beben regularmente agua contaminada con heces, lo cual conlleva un alto riesgo de contraer una gran cantidad de enfermedades infecciosas.
Las cifras hablan por sí solas: alrededor de 842.000 personas mueren cada año a causa de enfermedades diarreicas causadas por agua contaminada. Y la mayoría de ellas, según la propia OMS, son niños menores de cinco años cuyas muertes podrían evitarse mediante el acceso a sistemas adecuados de agua y saneamiento.
Aline Kaendo tuvo más suerte que Zakya, ya que ella sí logró salvar a su hijo Aristide, de apenas cinco años. El pequeño llegó al centro de tratamiento de cólera establecido por Médicos Sin Fronteras (MSF) en Minova, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), cuando empezó a sufrir los primeros síntomas de la enfermedad. Y el cólera, aunque potencialmente es mortal, es una enfermedad que no suele tener mayores consecuencias si se coge a tiempo.