La contrarreloj de la vacuna
El proceso de producción del antídoto contra la gripe A se acortará notablemente para tenerlo disponible en otoño. Estas son las claves de una carrera científica no exenta de riesgos.
Entre 1.500 y 1.800 millones de personas que viven en el hemisferio norte –el 30% de la población– sufrirán a partir de septiembre un contagio de gripe A, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La cifra justifica las prisas con que algunos gobiernos apremian a las farmacéuticas para que ultimen la vacuna y la tolerancia ante imperfecciones del fármaco por su acelerada producción. El objetivo es que tengan lista una vacuna capaz de contener a un virus desconocido por el sistema inmunológico. Para la industria la prisa es obvia: o tienen una vacuna a tiempo, o habrán perdido una gran oportunidad de negocio.
Una producción rigurosa no duraría menos de 6 meses
Si se cumplieran todos los pasos clásicos, la vacuna contra la gripe A estaría disponible en diciembre. El virus fue identificado a principios de mayo por los centros de referencia gripal de la OMS, que confirmaron que se trataba de un microorganismo nuevo. Seis semanas después, la OMS había elaborado el virus cepa salvaje, un híbrido capaz de ser manipulado, del que se entregaron muestras a varios laboratorios para que iniciaran su producción. Las compañías que optaron por el método tradicional de elaboración de vacunas, inocularon el virus en huevos de gallina, donde se multiplicó. Entonces aniquilaron químicamente la parte interna del A/H1N1 y con la proteína externa del virus elaboraron miles de litros de antígeno: lo que actúa como vacuna. En paralelo, la OMS preparó un reactivo que entregó a la industria.
El proceso puede acortarse química y administrativamente
El elemento previamente mencionado permite calibrar si la vacuna en producción es correcta. En aplicarlo se invierten tres meses. La aplicación de los citados reactivos constituye el control de calidad de la futura vacuna: miden la esterilidad del producto –que no le sea posible causar la gripe– y su potencia contra el nuevo virus. Superado este paso, el prototipo se prueba en animales y, posteriormente, en pequeños grupos de humanos voluntarios, sanos y enfermos. Estos últimos pasos pueden quedar muy reducidos en el caso de la vacuna contra la gripe A. La elaboración de la vacuna también podría acortarse aplicando un sistema de producción en el que no intervenga el huevo de gallina, que es muy lento. Se trata de la tecnología de cultivo celular. Algunos laboratorios, Novartis entre ellos, informan de que han elaborado algunos lotes de vacuna por cultivo celular. En este caso, se utilizan virus gripales obtenidos por recombinación genética, mucho más seguros, también autorizados por la OMS. Los científicos de la OMS son poco partidarios de incumplir los pasos de producción previstos para la vacuna, aunque reconocen que hay pocas alternativas.
Controversia sobre riesgos y ventajas de acortar los pasos
“Si se cumplieran todos los requisitos, correríamos el riesgo de tener la vacuna casi en enero: demasiado tarde”, afirma José María Martín Moreno, asesor de la OMS. “La vacuna que se puede empezar a distribuir en septiembre no va a ser todo lo perfecta que nos gustaría –añade–, pero sabemos que la infección afectará a casi un 40% de la población y, por muy bajo que sea el índice de mortalidad, es fácil calcular lo que puede ocurrir”. La responsable de vacunas en la OMS, Marie–Paule Kieny, ya ha advertido a los gobiernos de que deberán estar atentos a los efectos secundarios, imprevisibles ahora, que pueden sufrir las personas vacunadas. Quienes rechazan una aceleración en la producción recuerdan un precedente parecido, ocurrido en EEUU en 1976, cuando 40 millones de ciudadanos recibieron una vacuna incompleta contra la gripe porciona. Hubo secuelas irreversibles, aseguran.
Pequeños matices distinguen a la gripe nueva de la antigua
Hay diferencias entre los síntomas que causa la gripe A y los que provocó la infección gripal de los últimos inviernos. La gripe antigua suele empezar con fiebre de menos de 39 grados, que va aumentando. Dolor en los huesos, sensación de gran postración, y dificultad para respirar. Estos malestares inmediatos se prolongan entre 10 y 15 días. La gripe A se inicia con una súbita fiebre de 39 o más grados, provoca malestar general semejante a la anterior pero añade una tos seca, continua, persistente día y noche, y muy intensa. Esto la convierte en altamente contagiosa, ya que el enfermo lanza constantemente virus al ambiente. A diferencia de la estacional, la gripe A no dura más de una semana.
Publicado: ago 10th, 2009.