Las presiones arteriales sistólica y diastólica elevadas pueden tener diferentes efectos en diferentes tipos de enfermedades cardiovasculares y a distintas edades, según una nueva investigación realizada con 1,25 millones de pacientes de centros de atención primaria en Inglaterra publicados en una edición especial de ‘The Lancet’.
Las presiones arteriales sistólica y diastólica elevadas pueden tener diferentes efectos en diferentes tipos de enfermedades cardiovasculares y a distintas edades, según una nueva investigación realizada con 1,25 millones de pacientes de centros de atención primaria en Inglaterra publicados en una edición especial de ‘The Lancet’.
El hallazgo se dará a conocer en Hipertensión 2014, la reunión conjunta de la Sociedad Europea de Hipertensión (ESH, por sus siglas en inglés) y la Sociedad Internacional de Hipertensión (ISH, por sus siglas en inglés), que tendrá lugar en Atenas, Grecia, entre el 13 y el 16 de junio.
Los nuevos resultados sugieren que los individuos con presión arterial sistólica más altas presentan mayor riesgo de hemorragia intracerebral (accidente cerebrovascular causado por sangrado en el tejido cerebral), hemorragia subaracnoidea (la forma más mortal de accidente cerebrovascular) y angina estable, mientras que la presión arterial diastólica elevada es un mejor indicador del riesgo de aneurisma de la aorta abdominal.
“Nuestros resultados no apoyan la hipótesis generalizada de que la presión sistólica y diastólica tienen fuertes asociaciones similares con la aparición de las enfermedades cardiovasculares a lo largo de un amplio rango de edad” , explica la investigadora principal, Eleni Rapsomaniki, del Instituto Farr, en Londres, Reino Unido. El trabajo exploró los efectos de la presión arterial en el riesgo de enfermedades cardiovasculares en 12 grupos diferentes de edad como una primera presentación de la enfermedad cardiovascular.
Los investigadores examinaron los datos de la presión arterial usando los registros electrónicos de salud de 1,25 millones de pacientes sin enfermedad cardiovascular, con edades de 30 años y más, que fueron seguidos durante una mediana de 5,2 años para detectar el primer evento cardiovascular. También calcularon el riesgo de por vida de desarrollar enfermedades cardiovasculares específicas relacionadas con la presión arterial alta entre los 30 y los 80 años de edad.
Los resultados muestran que, a pesar de la terapia moderna, la carga de la hipertensión a lo largo de toda la vida sigue siendo sustancial. Por ejemplo, en una persona de 30 años con hipertensión (presión arterial = 140/90 mm Hg), el riesgo de por vida de desarrollar enfermedad cardiovascular es del 63 por ciento en comparación con el 46 por ciento de un individuo con una presión arterial saludable, y desarrolla la enfermedad cardiovascular cinco años antes.
La angina estable e inestable representa casi la mitad de la pérdida del tiempo de vida libre de la enfermedad cardiovascular en esta edad, mientras que la insuficiencia cardiaca contribuyó a casi una quinta parte de los años perdidos en los individuos de 80 años o mayores. “Con los riesgos tan altos, es de suma importancia la necesidad de nuevas estrategias de reducción de la presión arterial es de suma importancia”, afirma Rapsomaniki.
“Nuestras estimaciones proporcionan nueva información vital que puede ser utilizada para mejorar la orientación de los pacientes y la toma de decisiones para las personas con hipertensión, que se basan en la actualidad principalmente en los riesgos de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular”, agrega esta investigadora.
En un comentario relacionado el profesor Thomas Kahan, del Instituto Karolinska en Estocolmo, en Suecia, señala: “Aunque la eficacia del tratamiento antihipertensivo es indiscutible, los estudios observacionales sugieren que pocos pacientes alcanzan la presión arterial deseada”.
En este sentido, aboga por dar varios pasos para mejorar el tratamiento antihipertensivo y tomar el control: la evaluación del riesgo cardiovascular global en pacientes individuales; mejorar la organización del cuidador, apoyo y educación; aumentar el cumplimiento terapéutico y la persistencia del tratamiento prescrito; ampliar el control de la presión arterial en el hogar y remitir a los pacientes con hipertensión no controlada a un centro especialista en hipertensión.
(Fuente: Europa Press)
Yet Another Study Reports Poor Control of Elevated Blood Pressure
Por: Lewis H. Kuller. American Journal of Hypertension Volume 27, Issue 6, Pp. 773-774.
The article by Sorlie et al. (this issue) provides estimates of the prevalence of hypertension and of awareness, treatment, and control among the Hispanic community. Previous publications from this study have described the study design and recruitment and baseline measurements and the distribution of risk factors and prevalent cardiovascular disease. The reports documented very substantial variability in the prevalence of hypertension by specific Hispanic groups and communities.
La sal favorece la hipertensión arterial y es un importante factor de riesgo de las enfermedades cardiacas y cerebrovasculares, ambas entre las tres primeras causas de muerte en Cuba.
La reducción de su consumo contribuye de manera importante a disminuir la presión arterial y la mortalidad por accidentes cerebrovasculares y por enfermedad cardiaca isquémica
En Inglaterra fueron implementados efectivos programas para reducir el consumo de sal por la población en 2003, cuandoel 80 por ciento de la ingesta de la sustancia provenía de alimentos procesados.
Como resultado, entre 2003 y 2011, se redujo la cantidad de sal de las dietas en un 15 por ciento y los fallecidos por enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares disminuyeron 40 y 42 por ciento, respectivamente, según investigó el Instituto Wolfson de Medicina Preventiva en Londres y publicó la revista BMJ Open.
Para vivir una vida de mayor calidad también es importante aumentar el consumo de frutas y vegetales, abandonar el tabaquismo, mantener un peso adecuado y practicar regularmente actividades físicas, de acuerdo con la edad y el estado de salud.
Aunque estos factores se tuvieron en cuenta en la investigación mencionada, el mayor impacto lo tuvo la disminución del consumo de sal, también influyente en la disminución de la presión arterial y del colesterol sanguíneo.
CONOCIENDO EL PELIGRO
La sal de mesa está constituida por cloro y sodio, de ahí su nombre técnico de cloruro de sodio.
Para el funcionamiento normal del cuerpo humano son necesarias determinadas cantidades, pues la sal colabora en la función de nervios y músculos, y mantiene un adecuado equilibrio de los líquidos corporales.
Una forma sana de alimentarse consiste en revisar las etiquetas de los alimentos procesados y seleccionar aquellos bajos en contenido de sal y sodio. Es más que probable que el común de las personas consuma más sodio del necesario en su alimentación diaria.
Son los riñones quienes controlan y equilibran la cantidad de sodio en el cuerpo. Cuando su cantidad es excesiva se acumula en sangre y los riñones no pueden eliminarlo adecuadamente. Eso puede causar presión arterial elevada, importante factor de riesgo para la salud.
Se necesita el esfuerzo sostenido y mancomunado de toda la sociedad para influir en las personas de cualquier edad, a fin de reducir la ingestión de sal, incluida la de los alimentos procesados, con el objetivo de disminuir la hipertensión arterial, las enfermedades cardiacas y los accidentes cerebrovasculares. Con menos sal, todos tendremos más salud.
(Fuente: Cubahora.cu)
Relation of raw and cooked vegetable consumption to blood pressure: the INTERMAP Study
Por: Q Chan, J Stamler, I J Brown1, M L Daviglus, L Van Horn, A R Dyer, L M Oude Griep, K Miura, H Ueshima, L Zhao, J K Nicholson, E Holmes y P Elliott1 for the INTERMAP Research Group. Journal of Human Hypertension (2014) 28, 353–359.
Inverse associations have been reported of overall vegetable intake to blood pressure (BP); whether such relations prevail for both raw and cooked vegetables has not been examined. Here we report cross-sectional associations of vegetable intakes with BP for 2195 Americans ages 40–59 in the International Study of Macro/Micronutrients and Blood Pressure (INTERMAP) using four standardized multi-pass 24-h dietary recalls and eight BP measurements. Relations to BP of raw and cooked vegetables consumption, and main individual constituents were assessed by multiple linear regression.
Por: Kunihiko Matsui, Shokei Kim-Mitsuyama, Hisao Ogawa, Tomio Jinnouchi, Hideaki Jinnouchi y Kikuo Arakawa for the OlmeSartan Calcium Antagonists Randomized (OSCAR) Study Group. Hypertension Research (2014) 37, 526–532.
Essential hypertension is a common comorbid condition and risk factor for cardiovascular events; in addition to lifestyle modification, drug therapy is the main treatment strategy. Although there are indications for specific classes of antihypertensive drugs for particular patients, such as diuretics for hypertensive African Americans,1 there is no uniform agreement on the type of drug(s) that should be used when physicians choose an antihypertensive drug for newly diagnosed patients without specific indications for those drugs. Recently, many evidence-based clinical practice guidelines from various clinical fields have been published to improve the quality of patient care.
Por: Natacha Levi-Marpillat, Isabelle Macquin-Mavier, Anne-Isabelle Tropeano, Gianfranco Parati y Patrick Maison. Hypertension Research (2014) 37, 585–590.
Increased blood pressure variability (BPV) contributes to end-organ damage, cardiovascular events and mortality associated with hypertension. In a cohort of 2780 hypertensive patients treated by either calcium channel blockers (CCBs), diuretics, angiotensin-converting enzyme inhibitors (ACEIs), angiotensin receptor blockers (ARBs) or ß-blockers alone or in combination, we compared indices of short-term BPV according to the different treatments. Short-term BPV was calculated as the standard deviation (s.d.) of 24?h, daytime or nighttime systolic blood pressure and diastolic blood pressure (SBP and DBP).
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