A los veinte minutos de dejar de fumar, la presión arterial regresa a niveles normales
A los veinte minutos de dejar de fumar, la presión arterial regresa a niveles normales
A los veinte minutos de dejar de fumar la presión arterial regresa a su nivel normal, lo mismo que la frecuencia cardiaca y la temperatura de pies y manos. Además, tras ocho horas, el oxígeno tiene los niveles adecuados para el cuerpo, lo que permite que la respiración sea más profunda y los pulmones se oxigenen de mejor manera.
Estos son algunos de los beneficios que tiene para la salud dejar de fumar, a los que hay que añadir que, tras tres días, los pulmones aumentan de volumen, lo que mejora la respiración, el sentido del gusto y del olfato, por lo que se puede oler y saborear de manera más adecuada y que, a los 9 meses de abandonar el tabaco se reduce la tos, la congestión y la sensación de falta de oxígeno. Asimismo, la cilia de los pulmones (pequeños filamentos) crece de nuevo.
Además, tras cinco años sin fumar, la persona reduce en un 50 por ciento el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón; mientras que después de diez años, dicho riesgo es similar al de una persona que nunca fumó. Por otra parte, el riesgo de padecer cáncer de vejiga se reduce en un 50 por ciento en tan sólo unos años de, así como el cáncer de la cavidad bucal y del esófago.
Así lo ha asegurado la presidenta de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), la doctora Nieves Martell, quien ha aconsejado abandonar este hábito como medida preventiva cardiovascular. “Las ventajas de dejar de fumar son indudablemente múltiples”, ha insistido.
La entidad recuerda que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco es un “hábito” que le cuesta la vida cada año a más de cinco millones de personas, además de ser la primera causa prevenible de mortalidad y morbilidad en los países desarrollados.
El cigarrillo, al igual que el colesterol elevado, la diabetes o la hipertensión arterial, son factores de riesgo que, además de relacionarse entre sí, actúan negativamente sobre la salud cardiovascular. “El humo del tabaco entra por los pulmones, pasa al torrente sanguíneo y llega al corazón a través de las arterias coronarias que lo irrigan. Este humo llega con nicotina y monóxido de carbono, sustancias que reducen la irrigación de sangre y pueden producir una isquemia, reduciendo la concentración de oxígeno en el músculo cardíaco”,ha explicado Martell.
Otra cuestión a tener en cuenta es que las personas fumadoras tienen alterado el sentido del gusto, por lo que no captan los sabores propios de los alimentos. “De ahí que tengan la necesidad de añadir más sal en las comidas, lo que les hace más vulnerables a desarrollar hipertensión arterial, otro indicador de riesgo cardiovascular”, ha explicado la doctora Martell. Pero además, como ha señalado esta experta, “el tratamiento antihipertensivo en los pacientes que fuman es menos eficaz y los problemas asociados a la hipertensión son más importantes y frecuentes en fumadores que en los que no lo hacen”, concluye.
(Fuente: Europapress)
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