Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres – 13 de octubre

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El Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres representa una oportunidad para reconocer los avances logrados hacia la prevención y la reducción del riesgo de desastres y de la pérdida de vidas, medios de sustento, economías e infraestructura básica, de conformidad con el acuerdo internacional para reducir el riesgo de desastres y las pérdidas globales.

En 1989, través de la resolución 44/236 (22 de diciembre se ese año), la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas designó el segundo miércoles de octubre como Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, fecha que fue observada anualmente durante el Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales desde 1990 hasta 1999.

En el 2001, la Asamblea General decidió seguir observando el segundo miércoles de octubre de cada año, el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (resolución 56/195, del 21 de diciembre del 2001) como medio de promover una cultura mundial de reducción de los desastres naturales, que comprenda prevenirlos, mitigarlos y estar preparados para ellos.

En el 2009, la Asamblea General decide designar el 13 de octubre como fecha para conmemorar el Día y cambia su nombre a Día Internacional para la Reducción de los Desastres (resolución 64/200, de fecha 21 de diciembre del 2009).

Finalmente, en la resolución 73/231 del 17 de enero de 2019, la Asamblea General cambió el nombre por el que ahora celebramos el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, cuyo objetivo de la observancia es crear conciencia sobre cómo las personas toman medidas para reducir su riesgo ante los desastres (United Nations, s.f.).

Como los efectos de los desastres son más devastadores en el ámbito local, los gobiernos municipales y regionales son los que deben trabajar urgentemente en la preparación y respuesta a las catástrofes. El enfoque del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres se centra en proteger la vida de las personas y en las acciones que se deben tomar. Es pertinente tanto para los riesgos a pequeña como a gran escala, y tanto para los ocasionados por el ser humano como los producidos por las amenazas naturales. Abarca, además, los riesgos ambientales, tecnológicos y biológicos afines.

La Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres tiene una oficina regional para América y el Caribe, que ofrece apoyo en toda la región y promueve una cultura para la prevención de desastres, contribuye a crear naciones y comunidades resilientes a los desastres. En su página encontrarás noticias, información sobre el Marco Sendai o informes, como el Informe de evaluación global sobre la reducción del riesgo de desastres de 2022.

En el año 2015, a través de la Conferencia de las Naciones Unidas celebrada en Sendai, Japón, se acordó un nuevo marco de acción para los quince años siguientes, el cual entró en vigor hasta 2016, cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dieron a conocer la Campaña Sendai 7, “7 metas, 7 años” en su resolución 69/283; como una iniciativa para motivar a los países y miembros de la sociedad a implementar el presente Marco para la Reducción del Riesgo de Desastres, con la meta principal de salvar vidas, reducir las pérdidas por los desastres y mejorar la prevención del riesgo de desastres.

7 metas reducción de desastres

En Cuba

En nuestro país la Defensa Civil forma parte del Sistema de Defensa Nacional, y a la vez constituye en sí un sistema de medidas defensivas de carácter estatal previstas desde tiempo de paz y que se aplican ante situaciones excepcionales. Su objetivo principal es proteger a la población y sus bienes, así como a la economía nacional, contra las acciones y medios de destrucción del enemigo, y ante casos de desastres naturales u otros tipos de catástrofes.

Es a la vez un sistema multifacético por la variedad de medidas que se prevén; abarcador, toda vez que contempla la protección de todos los territorios; diferenciado ya que tiene en cuenta los variados tipos de desastres que puedan ocurrir (ciclones, inundaciones, sismos, sequías, eventos sanitarios, incendios, derrames químicos, explosiones y otros); y escalonado debido a las diferentes fases preventivas que se aplican y a que en él intervienen las estructuras creadas a las distintas instancias, desde la nación hasta la base, encargadas de poner en práctica las medidas previstas.

Las acciones de la Defensa Civil están dirigidas a educar, preparar y capacitar a la población y a los organismos del Estado para el enfrentamiento y reducción de riesgos ante tales desastres. Igualmente, todos los recursos humanos y materiales de los territorios se ponen en función de enfrentar las catástrofes y recuperar los daños ocasionados.

Cuba se prepara y crea las condiciones desde que comienza la temporada ciclónica, que abarca desde el 1ro. de junio hasta el 30 de noviembre.

Al inicio de esta, anualmente la Defensa Civil realiza en todo el país el ejercicio Meteoro durante dos días. El primero se dedica al entrenamiento de dirigentes y especialistas que conforman los Puestos de Dirección para Casos de Catástrofes y los Puestos de Mando de los Consejos de Defensa en las distintas instancias, quienes revisan y puntualizan el Plan de Medidas y los recursos para enfrentar el fenómeno en cuestión. A la vez, se ejecutan estudios de riesgos y vulnerabilidad de los territorios ante las catástrofes.

El segundo día del ejercicio corresponde a la movilización y participación de la población y entidades estatales, otras instituciones y organizaciones de masas, que con las fuerzas especializadas realizan acciones prácticas y simulan diferentes tipos de desastres. En centros de trabajo, escuelas y la comunidad también se efectúan labores de higienización y otras de prevención.

Durante estos ejercicios, en los que participan igualmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los distintos órganos del Ministerio del Interior, se aprecian las dificultades o deficiencias que puedan existir, a fin de perfeccionar la capacidad de respuesta para enfrentar esos fenómenos. Estas actividades, y los propios ciclones que nos han azotado, han permitido acumular experiencias y han contribuido a una mejor preparación.

Cabe destacar la estrecha coordinación existente entre el Instituto de Meteorología y el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, a fin de mantener informada a la población de la marcha de los ciclones y decretar las distintas fases (informativa, alerta, de alarma y recuperativa) en las que se adoptan las medidas correspondientes a cada una de ellas. Esta coordinación también se mantiene con otras instituciones del sistema de alerta temprana, con los organismos del Estado y las organizaciones de masas y sociales, a fin de proteger a la población y a los bienes de la nación.

Fuentes: