Introducción

Concurso Disfrutemos del Sol con Resposabilidad 2015

playa-tempranoEl sol sustenta la vida en la tierra,el calor y la iluminación que genera son muy beneficiosos para el ser humano. La radiación solar está compuesta por dos porciones de luz según su visibilidad para el ojo humano: puede ser luz visible y no visible. La luz no visible compone el espectro solar, que a su vez está compuesto por los rayos infrarrojos, los rayos X, los rayos gamma y los rayos ultravioleta.

El crecimiento y desarrollo de los seres vivos es influido por elementos importantes que se obtienen mediante la fotosíntesis desencadenada por las radiaciones ultravioletas, su acción beneficiosa incluye, entre otras, la modulación de reacciones enzimáticas, activación de mecanismos antiinflamatorios, destrucción de agentes patógenos, acción trófico regenerativa y síntesis de vitamina D, la cual  es imprescindible para mantener un adecuado nivel de calcio y fósforo que posibilita el cumplimiento de funciones metabólicas, la transmisión neuromuscular y la mineralización ósea. El 90% de  esta vitamina proviene de la síntesis cutánea, donde intervienen las radiaciones solares, solo el 10 % la adquiere el organismo de forma natural a través de la dieta.

El sol también puede provocar efectos perjudiciales en el ser humano, el riesgo de presentar estos efectos negativos se incrementa en la actualidad por el deterioro de la capa de ozono y el aumento de la intensidad de las radiaciones ultravioletas (UV), estas pueden dividirse operacionalmente, según su longitud de onda en 3 regiones: UVA, UVB, UVC. Las radiaciones UVC son las únicas que no llegan a la superficie de la Tierra, ya que son absorbidas por la capa de ozono en la atmósfera; las radiaciones ultravioleta tienen diferentes efectos biológicos sobre la piel, según su longitud de onda.

Las radiaciones solares actúan incrementando la carcinogénesis, provoca alteraciones en la respuesta inmune, trastornos pigmentarios, fotodaño, fotoenvegecimiento, fotosensibilización y daño ocular.

El cáncer de piel ha sido clasificado por algunos expertos como una epidemia. La fotocarcinogénesis depende del efecto acumulativo de luz ultravioleta (LUV) y se relaciona con el tipo de piel. Los fototipos I y II se asocian con mayor frecuencia al cáncer de piel y las lesiones malignas se localizan frecuentemente en áreas fotoexpuestas. Esto no quiere decir que el resto de los fototipos estén exentos de riesgos. El daño que las radiaciones ultravioletas causa en el DNA celular provoca la formación de dímeros de pirimidina. En este grupo también se incluyen el mecanismo del estrés oxidativo al parecer por vías de las mitocondrias, como resultado de este proceso fotoinducido se producen las alteraciones de mayor magnitud y letalidad que ocurren en la piel por los rayos solares y en ellas tenemos las lesiones premalignas y malignas, el cáncer de piel puede ser melanoma y no melanoma. Dentro del no melanoma, el más frecuente es el carcinoma basocelular, que se origina de las células basales de la epidermis, predominando en áreas expuestas al sol: cara, orejas, cuello y hombros, el segundo por orden de frecuencia es el carcinoma espinocelular, que se origina de las células epidérmicas, afectando de igual forma zona fotoexpuestas, la tercera forma clínica por orden de frecuencia es el carcinoma de células escamosas. El melanoma se origina de los melanocitos, a partir de un nevo melanocítico atípico, o puede originarse de novo, se trata del más terrible y mortífero de los canceres de piel.

Más del 80 % del daño solar que sufre una persona durante toda su vida se produce antes de los 18 años de edad, la exposición no protegida a las radiaciones ultravioletas y las quemaduras solares durante la infancia, constituyen factores de riesgo para el desarrollo del  cáncer cutáneo en la etapa adulta, por tanto es importante que la fotoprotección comience desde tempranas etapas de la vida.