La edad de las víctimas de la influenza tiene grandes implicaciones
Los científicos dicen que la relativamente corta edad de las personas enfermas constituye evidencia de una pandemia potencial
Por David Brown
17 de mayo de 2009, Wahington Post –
El virus de la influenza A (H1N1) de origen porcino que puso una alerta en la conciencia pública hace un mes está comenzando a comportarse como una mezcla de sus tristemente famosos predecesores, causantes de pandemias.
Parece tener predilección por los adultos jóvenes, tal como hiciera su notorio antecesor, la influenza española de 1918. Muchas de las jóvenes víctimas que se han enfermado mortalmente terminan teniendo otros problemas médicos –un fenómeno que se percibió claramente en la influenza asiática de 1957. H1N1 se está diseminando fácilmente en Norteamérica, pero se mantiene estable en Europa, tal como hiciera la influenza de Hong Kong en 1968. Y, tal como sucediera con la mini-pandemia de influenza rusa de 1977, algunas personas parecen tener un cierto grado de inmunidad. Exactamente cómo la encaja la influenza porcina en el panteón de las influenzas pandémicas, es algo que no se sabrá por un tiempo. Puede tomas meses…-y muchas más victimas- para que su verdadera personalidad y comportamiento se muestren. Pero una cosa está clara: Esto es más que sólo una influenza estacional fuera de estación.
Tras un breve momento en que las noticias acerca del brote en México hicieron verse a la influenza porcina como el jinete del Apocalipsis, los funcionarios de salud han dedicado mucho esfuerzo a informarle al público que la mayor parte de las veces, el virus causa una enfermedad leve que puede ser manejada en casa. No obstante, los funcionarios de la Organización Mundial de la Salud, del Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades y otros no desean que el público se vuelva displicente.
Las cepas de influenza pandémica –y esta nueva cepa H1N1 es muy probable que cause la primera pandemia del siglo XXI- son impredecibles. Cualquier enfermedad que la mayoría de los 6,8 billones de personas del mundo pueda adquirir es inherentemente peligros. “Nuestro mensaje a todos es, por supuesto, no sobre-preocuparse por estas cosas, [pero] es importante saber que se trata de algo serio,” dijo Keiji Fukuda, de la OMS la semana pasada.
Quizás la característica más preocupante hasta ahora es el número y severidad de los casos en adolescentes y adultos jóvenes. Esto se notó desde el principio y el patrón no ha cambiado mucho ahora que hay 5 000 infecciones confirmada por laboratorios y probablemente más de 100 000 en general. La edad promedio de los casos confirmados y probables es de 15 años. Dos tercios son menores de 18 años.
Hay dos teorías de por qué está sucediendo esto.
Una es que unos estudiantes que visitaron México en las vacaciones de primavera fueron los “vectores” principales que trajeron el virus a los Estados Unidos, donde ellos infectaron a sus compañeros de escuela y amigos. La otra es que las personas jóvenes son especialmente vulnerables por alguna razón. “Mientras más nos adentremos en el asunto, ¿seremos capaces de elegir entre una de las dos hipótesis? De seguro que sí, dijo a finales de la pasada semana Joseph Bresse, epidemiólogo jefe especialista en influenza. Pero, añadió, puede tomar de dos a tres meses. Determinar la verdadera distribución de edad es crucial ya que nos ayudará a establecer la política sobre quiénes deberán estar en primera fila para ser vacunados y cómo priorizar los medicamentos antivirales si hubiera escasez de suministros. “Realmente tiene grandes implicaciones,” dijo Bresse.
En los Estados Unidos, la influenza estacional común causa alrededor de 8 100 muertes anualmente de forma directa y contribuye a aproximadamente 36 000 personas con problemas pulmonares o cardiacos. El 90% de esas muertes ocurren en personas de 65 años o más. El riesgo de que una persona saludable de más de 65 años muera directamente a partir de la influenza es alrededor de 100 veces mayor que el de una persona saludable de 5 a 49 años. Comparado con los brotes estacionales, todas las influenzas pandémicas causan un porcentaje más alto de casos severos y de muertes en grupos más jóvenes. Aunque el índice de mortalidad total a partir de la influenza porcina actual es bajo, esta tendencia ya se hace aparente.
El pasado jueves, cuando Fukuda anunció que las muertes a nivel mundial eran 65, el señaló que “la mitad de ellos eran personas jóvenes que no tenían condiciones que predispusieran.” Este es un patrón diferente al que se ve con la influenza normal.”
Ha habido demasiadas pocas muertes en los Estados Unidos para sacar cualquier conclusión. Pero de las 173 personas que han estado lo suficientemente enfermas como para ser hospitalizadas, más de la mitad están en el grupo de edad de 5 a 24.
En la pandemia de 1918, que mató al menos a 50 millones de personas, casi la mitad de las muertes se produjo en personas de 20 a 40 años de edad. Más del 95% eran personas menores de 65 años. En comparación, el 36% de las muertes en la pandemia de 1957 eran personas menores de 65 años y el 48% en la pandemia de 1968.
El patrón de 1918 ha conducido a muchos expertos a especular que las personas de más edad pudieran haber tenido inmunidad a partir del virus “tipo español” que circuló en su juventud, un poco antes, alrededor de 1885. Algo similar puede estar sucediendo ahora.
El H1 y N1 en el nombre de la nueva cepa se refieren a las proteínas de la superficie del virus. El sistema inmune humano las “ve” y los anticuerpos específicos atacan al bicho. Las vacunas para la influenza funcionan preparando al sistema inmune a través de versiones menos peligrosas de las mismas proteínas H y N.
Una serie de cepas H1N1 circularon desde 1918 hasta 1957, entonces desaparecieron por dos décadas. En 1977, sin embargo, una cepa H1N1 surgió y era casi idéntica a la anterior, por lo que los científicos sospecharon que se trataba de una liberación accidental a partir del congelador de un laboratorio. Causó una pandemia –la influenza rusa- que se limitó en buena medida a las personas menores de 25 años, cuyo sistema inmune no había experimentado nunca H1N1.
Las cepas de H1N1 han circulado continuamente desde entonces. Aunque la nueva es muy diferente –las proteínas H y N son a partir de virosis porcinas, no humanas- décadas de exposición a H1N1 pueden haber proveído a las personas de más edad alguna protección. Algunas personas jóvenes pueden no haber tenido esencialmente exposición alguna.
“Mi primera especulación es que esta población más joven de alguna manera ha perdido el contacto con H1N1 o con la vacuna,” dijo Edwin D. Killbourne, un emérito profesor del New York Medical College y que en el ’88 era el virólogo más reputado de los Estados Unidos.
Pueden existir también diferencias en la inmunidad antecedente a través de distintas áreas geográficas. Esta es la razón de la gran diferencia en la experiencia de Norteamérica y Europa con la influenza de Hong Kong de 1968, una pandemia que abarcó dos inviernos. En los Estados Unidos, cerca de tres cuartas partes de todas las muertes que finalmente se le atribuyeron a la influenza, se produjeron en el primer invierno (1968-1969). En Inglaterra y Francia, más de las tres cuartas partes se produjeron en el segundo invierno (1969-1970). En ese virus, una proteína de superficie, la H, se cambió por una nueva en un proceso denominado recombinación o reasignación. La cepa fue de H2N2 a H3N2. Los epidemiólogos ahora creen que los europeos habían tenido una exposición más reciente e intensa a las virosis H2N2 que los norteamericanos. Consecuentemente, los europeos habían desarrollado anticuerpos y estaban potencialmente protegidos cuando la “medio nueva” cepa H3N2 llegó.
Para el segundo invierno, sin embargo, la parte N2 del virus había cambiado también, a través de mutaciones y ya no era reconocible para el sistema inmune. Los anticuerpos que habían protegido a muchos europeos en el anterior invierno ya no funcionaban más contra esta cepa “derivada” de H3N2. Los casos de influenza –y las muertes- fueron cuesta arriba.
Si una diferencia similar en la susceptibilidad a nivel de continente explica el por qué la influenza porcina se está expandiendo en los Estados Unidos, pero permanece quieta en Europa tomará un tiempo averiguarlo.
Fuente: Brown, D., Scientists Consider Age of Swine Flu Victims Evidence of Pandemic Potential. The Washington Post. Disponible en: http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2009/05/16/AR2009051601850.html [Accedido Mayo 18, 2009]
Publicado: may 18th, 2009.