Herederos de la historia

El 31 de julio nos trae al recuerdo de varias personalidades y hechos de la historia, las artes y las ciencias. Pocas veces, todo el saber del mundo se puede reunir en la humildad y la majestuosidad de un hombre, a quien hoy me permito recordar por lo valioso de su existencia y lo majestuoso de su paso por la vida. Ese ser mortal, casi inmortal se llamó Eusebio Leal y cada uno de nosotros aprendió a amarlo u odiarlo desde una manera muy individual. En mi caso y no por poco espacio en mi ser y hacer para el odio, todo lo referido a Leal, está marcado por un amor que se desborda a uno de los seres, que más me señaló el camino de lo humano.

Hoy me tomo la licencia de ser la webmaster de esta página para permitirme, reflexionar en nombre propio sobre la historia y lo hago desde el contexto actual, en que parece que la misma merece ser cambiada y borrada, con esa lacaya maniobra de los colonizadores, que siempre intentan hacer que los pueblos olviden quienes y que son. Me permito, pensar en la bandera del movimiento 26 de julio, marcada por aquel glorioso día del año 1953, en el que una gran derrota, con la muerte de un ser tan imprescindible como Abel Santamaría, se convirtió en símbolo y enseña de un movimiento clandestino, que llegaría ser la voz de todo un pueblo. Esa bandera, no es una historia del presente, que pueda ser vilipendiada ni cambiada, es el pasado de sangre y luto, de valientes que lucharon y murieron, pero es a su vez, la bandera que enarbola, como aquella que cabalgó con un himno en la guerra de independencia, lo más enraizado de la nación.

Los hombres y mujeres de hoy, herederos de nuestro pasado, no vivimos la misma historia. Esa que no se heredada con los genes, ni se adquiere por contagio, se aprende cuando en verdad hemos logrado entender lo que somos. Ser cubana, para mí, es el respeto a eso que los libros te cuentan como la independencia y que mi familia enarbola, como el bisabuelo Plácido Betancourt quien fue práctico de Antonio Maceo en su contienda por occidente. Son también las narraciones de mi madre de su vida en Imías, alfabetizando la región y su trabajo diario por la construcción de un país. Es lo que deseo que entienda mi pequeño infante, que hoy escucha con devoción palabras, que son sólo cuentos, pero que algún día serán parte de lo suyo individual y de la tierra que le dió la condición de cubano.

El futuro es de todos. La construcción del país que aún está inacabada será de los adultos y jóvenes que hoy trabajamos por un futuro de paz, solidaridad, hermandad, justicia, con respeto a los derechos de todos, en el país democrático que tenemos que defender. En todo ello están, desde mi análisis, las enseñanzas de ese Eusebio, que dueño de la palabra y escudero de la humildad, supo quedar en el corazón de tantos.