Queridos trabajadores de la salud:
Corría la segunda mitad del siglo XIX cuando el Dr. Carlos Juan Finlay Barrés, considerado el más grande científico cubano de todos los tiempos, develaba al mundo el misterio del agente transmisor de la fiebre amarilla, enfermedad que cobraba, en aquel momento, miles de vidas en diversos confines de la tierra.
Finlay había nacido en Camagüey, en 1833. Su laboriosidad, constancia y consagración le permitieron no solo realizar tal descubrimiento, sino también plantear la teoría de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos.
El eminente médico dedicó toda su vida a dar solución a los grandes problemas del cuadro epidemiológico de nuestro país en su época. En su homenaje, y en conmemoración a su natalicio, celebramos cada 3 de diciembre el Día de la Medicina Latinoamericana y del Trabajador de la Salud.
La obra de Finlay trascendió, además, porque significó un paso trascendental en la comprensión del comportamiento de las epidemias, las cuales han azotado a la humanidad desde antaño. Fue un claro ejemplo de perseverancia y dedicación a la profesión médica y de cómo la ciencia, puesta en función de la salud, produce avances significativos en la protección de lo más preciado del ser humano: la vida.
En este 2020, los trabajadores y estudiantes cubanos de la salud, fieles herederos del legado de Finlay y consecuentes con el desarrollo alcanzado por la salud pública cubana después del triunfo revolucionario -obra de la que nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz fuera fuerza impulsora y principal arquitecto- se han entregado sin descanso a la lucha contra una nueva epidemia, dentro y fuera del país. Cargados de profesionalidad, altruismo y solidaridad, no han cejado en el empeño de ganarle-junto a nuestro pueblo- la batalla a la COVID-19.
Cada minuto ha contado, cada paciente recuperado que regresa a su hogar significa alegría multiplicada; cada pérdida se ha convertido en dolor compartido y aprendizaje; cada diagnóstico realizado -que previene a su vez la transmisión de la enfermedad a otras personas- ha representado un paso más en el camino.
No hay un solo miembro de nuestro ejército de batas blancas que no se haya crecido, en tiempos en los que el país también ha tenido que hacerlo, frente a un bloqueo brutal que arreció aun en medio de la crisis sanitaria internacional.
Para ustedes, nuestro reconocimiento y el agradecimiento de todo nuestro pueblo, junto al abrazo de quienes han recibido, en otras latitudes, el cuidado de la medicina cubana.
En esta fecha histórica, llegue a todos nuestra felicitación -tanto a los que se encuentran en la primera trinchera de combate en el país, como a los miles de colaboradores que de manera honrosa brindan sus servicios en otras partes del mundo- en nombre del Consejo de Dirección del Ministerio de Salud Pública y del Secretariado Nacional del Sindicato de los Trabajadores de la Salud.
En un país que ha apostado desde el mismo triunfo revolucionario por una salud universal, gratuita, accesible y de calidad para su pueblo y para muchos otros pueblos que lo necesitan, y con la convicción de que, como dijera Raúl: “… sí se pudo, sí se puede y se podrá superar cualquier obstáculo, amenaza o turbulencia en nuestro firme empeño de construir el socialismo en Cuba, o lo que es lo mismo, ¡Garantizar la independencia y la soberanía de la patria!”, seguiremos contando con ustedes para los grandes retos que tenemos por delante, seguros de que con su dedicación y entrega podremos alcanzar metas superiores en los indicadores de salud de la población cubana.
Seguiremos unidos, en esta lucha por la vida.
Un abrazo
Dr. José Angel Portal Miranda
Ministro de Salud Pública