El futuro de la pandemia visto por la bioquímica Silvia Gold: “Mucho de lo que aprendimos con dengue, creemos que es lo que hay que hacer con COVID-19″
-Entre las plataformas de vacunas candidatas en Fase 3, las más convencionales, las que parten del virus, sea inactivado o atenuado, con algo que estimule al sistema inmune, como el hidróxido de aluminio por ejemplo o lo que se utilice, son las llamadas vacunas clásicas, las de Pasteur en adelante, las que nos dimos todos. Y yo le pongo una ficha importante a esas porque ya están probadas (N.de la R.: son las chinas de Sinopharm y Sinovac y la de Oxford-AstraZeneca)
Las que trabajan con ARNm son muy nuevas y prácticamente no hay vacunas aprobadas. Dentro de éstas se inscribe la vacuna de Pfizer-Biontech. A la vacuna de Pfizer-Biontech le veo una complejidad que es el mantenimiento en frío. Me resulta difícil pensar cómo se va a administrar masivamente una vacuna que requiere en su logística una temperatura tan difícil de conservar. Para vacunas de poca escala puede ser que resulte mejor, pero masivamente lo veo difícil. En este sentido, la vacuna de AstraZeneca me parece mucho más fácil pensarla como de acceso masivo, y a la vez también es una vacuna innovadora en su tecnología.
Técnicamente la vacuna producida por la Universidad de Oxford y que se fabricará en la Argentina es la que más esperanza nos genera, además de conocerla bien por estar involucrados. Esta vacuna además posee un concepto que se le imprimió desde su génesis y que tiene que ver con la equidad y el acceso: no va a costar más de 4 dólares la dosis y además el acuerdo de fabricarla en muchos países. Esta fue una condición de Oxford: que se pudiera distribuir equitativamente.
-Qué opinión le merece la situación de fast track científico que atraviesa a la ciencia, una especie de palanca de emergencia para que las investigaciones puedan responder con velocidad y perforar los números imparables de contagios y muertos durante esta pandemia…
-Está bien acortar los plazos, tanto en el sector productivo como en el sector regulatorio. Pero creo también que hay que entender que las presiones no ayudan. De repente un día tenemos “resuelta” la vacuna, y al otro día se frena por efectos secundarios y parece que no vamos a tener ninguna. Creo que no es ni una, ni otra la situación real. Los efectos secundarios ocurren y se evalúan según su impacto en la investigación clínica, que además tiene sus propios tiempos.
Se pueden acortar plazos en las instancias de revisión y en ese sentido las agencias regulatorias son muy colaborativas en todo lo que sea COVID-19; y también en los tiempos de fabricación, que es lo que se planteó con la vacuna de AstraZeneca : comprometer a fabricar dosis aún cuando no estén aprobadas porque significa ahorrar tiempo de fabricación y distribución después. Es difícil manejar el estado de ánimo de la sociedad y la presión sobre los gobernantes que es mucha, no obstante eso, estamos avanzando sobre todo en la comprensión de la enfermedad, y creo que alguna vacuna vamos a tener pronto y fármacos también.
– Volviendo al tema del acceso. Hoy para hablar de un freno verdadero a la pandemia – sea a través de las vacunas, los fármacos o las terapias- se debe poner sobre la mesa entre los distintos eslabones de los sistemas de salud, la democratización y el acceso a la cura… ¿Usted también lo entiende así?
-Absolutamente. Se dice que este virus ataca a todos por igual, pero no es verdad, porque ataca más a las personas que tienen menos condiciones para defenderse. Si una de las prevenciones es el aislamiento, es mucho más fácil cumplirlo cuando hay comodidades que en situaciones de dificultad habitacional. Entonces creo que con el tamaño del número de habitantes que en este mundo están afectados por el coronavirus el tema del acceso es fundamental.
Para la doctora Gold no es impensado en un futuro próximo combinar una terapia con suero equino y una vacuna contra el virus SARS-CoV-2 (Shutterstock)