Recuperar la programación para adolescentes y fomentar la educación y orientación de los jóvenes a través de los productos en pantalla, es una tarea que debe seguir de cerca nuestra televisión. Como apreciamos en el artículo La programación cubana para adolescentes (Parte I), los adolescentes suelen establecer patrones a imitar y, en disímiles ocasiones, estos son inducidos desde la televisión.
A las tendencias juveniles de consumo audiovisual se refiere, en entrevista exclusiva con En Vivo, el director Richard Abella, quien actualmente se encuentra en proceso de postproducción de la serie dramatizada Zoológico, que se estrenará en verano próximo. Leer más…
Resultados preliminares de un estudio de caracterización del adolescente cubano actual muestran que, sin importar sexo, raza, procedencia, ni si son citadinos o del campo, la mayoría de quienes pertenecen a ese grupo etario consideran motivo de orgullo haber nacido y vivir en esta tierra.
En diálogo con la Agencia Cubana de Noticias, la doctora en Ciencias Pedagógicas Keyla Estévez, jefa de este proyecto del Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), destacó que por vez primera ese segmento poblacional es objeto de un estudio tan abarcador, integrador y minucioso.
Aplicado a partir de noviembre último en toda Cuba, el sondeo abarcó a casi tres mil sujetos mediante cuestionario y a otro millar con entrevistas individuales y en grupos focales, y todavía no ha acabado, pues ahora se están realizando estudios de casos y otras acciones con técnicas cualitativas. Leer más…
La televisión ha sido, a través de los años, un importante canal de difusión y entretenimiento. En tal sentido, se ha consolidado entre los medios de mayor alcance y más empleados por los públicos a pesar de la complejización del contexto mediático.
Según refieren algunos estudios, los jóvenes destinan como promedio ocho horas diarias a dormir, la misma cantidad a actividades laborales o escolares y el resto se distribuye entre necesidades bio-fisiológicas, labores domésticas y tiempo libre. Con respecto a este último, el hábito de ver televisión ocupa un lugar primordial.
Un informe del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt), publicado en 2014 por la Licenciada Mónica Guillén del Campo, asegura que entre los materiales que acostumbran seleccionar los adolescentes para su consumo, se encuentran las películas de géneros comedia, acción y terror en primer lugar, seguido de musicales, novelas, programas humorísticos y series. Leer más…
Si en el siglo XX los comentaristas hablaban de una brecha digital, enfocada a la línea económica y que aún existe, la brecha digital del siglo XXI dicen los investigadores va más allá, pues separa a los padres de los niños.
El tema implica en sí mismo más de una reflexión, pues en tanto hoy nuestros hijos son nativos digitales —ya que desde pequeños consumen y desarrollan formas de pensar y entender el mundo influidas por el entorno de las nuevas tecnologías— se trata de un asunto esencial.
Algunos de los estudios dirigidos en el mundo a la interacción entre niños y adolescentes con las llamadas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) reflejan que, por ejemplo, a los dos años el 40 % de los niños ya “trastea” con facilidad el móvil o la tableta para jugar o ver dibujos animados. A los ocho, el 72 % ya maneja las nuevas tecnologías y en el caso de los adolescentes entre 10-15 años, la cifra asciende al 80 %.
Son estas apenas algunas pinceladas de un fenómeno que más de un experto en el tema ha descrito como el peligro de “niños enganchados y padres desconectados”, y que nos muestra ese nuevo mundo del adolescente adicto a la tecnología, cuyas patologías cibernéticas, como el aumento de la agresividad o el aislamiento, se pueden prevenir desde la comunicación parental.
Asimismo, alertan las investigaciones, está emergiendo un nuevo tipo de desadaptaciones conductuales producto de la generalización de las TIC. Si bien estas herramientas fueron creadas como tecnologías para informar y comunicar, su propio diseño es susceptible de afectar a la voluntad de control, lo cual junto con otros factores personales y ambientales, facilita la conducta adictiva. [Por: Lisandra Fariñas Acosta]
Fuente: Periódico Granma. 24 de abril de 2016