República Democrática del Congo (RDC) vive desde el pasado 1 de agosto su décimo brote de ébola.
La epidemia que comenzó en la provincia de Kivu Norte se ha extendido a la vecina Ituri y por ahora su final no se ve a la vista. La difícil situación de seguridad en la región, donde están presentes numerosos grupos armados, junto a la desconfianza de la población han lastrado la respuesta en la que se afanan entre otros la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Médicos Sin Fronteras (MSF).
En los últimos seis meses se han producido algunos ataques armados en la zona afectada, algunos de los cuales han afectado incluso a los trabajadores sanitarios, lo cual ha obligado a ‘suspender las actividades de respuesta y hecho aumentar el riesgo de que el virus pueda propagarse a las provincias y países vecinos’, subraya Jasarevic.
Pero pese a los esfuerzos del Ministerio de Salud congoleño, de la OMS y de MSF entre otros, el brote está lejos de tocar a su fin.